sábado, 27 de septiembre de 2014

dieta saludable


El cuidado de la mujer, la salud y la belleza, son cuestiones en auge donde se suele dar mayor prioridad a la prevención que al tratamiento. Es decir, antes de esperar a que se produzcan efectos del envejecimiento de la piel para tratarlo, es preferible actuar tempranamente, antes de que los signos hagan su aparición, de es modo las posibilidades de conseguir efectos positivos se incrementan.

En este sentido, se apuesta por que las mujeres se realicen chequeos y pruebas de manera regular, además de optar por unos hábitos de vida saludables que les permitan aumentar su esperanza de vida y la calidad de la misma. Por tanto, no basta con vigilar periódicamente el estado de salud general, sino que usted debe adaptar a su vida diaria determinadas pautas de conducta saludables para aumentar las opciones de que el resultados de esos chequeos serán positivos o no alarmantes. Y este punto, una dieta saludable, rica en frutas y verduras y exenta de grasas saturadas forma el eje fundamental del enfoque.


No debes preocuparte solo por tu aspecto externo


Todos sabemos que vivimos en una sociedad en la que prevalece la estética y la apariencia externa, llegando en ocasiones a la obsesión con la propia imagen y su proyección social. Por eso, no debe confundirse llevar una alimentación apropiada y saludable con el concepto socialmente aceptado de "hacer dieta". Son dos cuestiones diferentes. No se trata de que respondas a los cánones de belleza estandarizados en los que estar delgada se convierte en un imperativo, sino de que nuestros órganos y su funcionamiento estén en su capacidad óptima. Esto no significa olvidar o menospreciar que la obesidad se encuentra detrás de muchos problemas de salud, como la diabetes o la hipertensión, por lo que siempre resultará conveniente que estemos en nuestros niveles de peso ideal, según nuestro Índice de Masa Corporal, pero para ello es necesario que la dieta que sigamos sea equilibrada, sin recurrir a los excesos que proponen determinadas "formulas mágicas" para perder peso, que pueden ocasionar serios problemas y trastornos a nuestra salud. Y tampoco se trata de que pasemos hambre de manera permanente.

Considera tu cuerpo como un motor que necesita del combustible apropiado



Los alimentos que ingerimos son el combustible que permite que nuestro cuerpo funcione de manera apropiada y, como ocurre con cualquier motor, si el combustible es de mala calidad, la máquina no funcionará como debe hacerlo. Los alimentos grasos provocan colesterol, que obstruye las arterias dificultando el correcto riego sanguíneo y, que de no tratarse adecuadamente, resultará en problemas circulatorios y cardíacos.

Es importante que evites las grasas, o en todo caso, que las sustituyas por grasas "buenas", positivas para el organismo, como las que aporta el aceite de oliva o el pescado. Controla tus niveles de colesterol de manera regular y actúa en consecuencia si éstos son altos. Huye de la comida rápida y de los productos industriales y reemplázalos por comida sana.


Aumenta la ingesta de fibra y de verduras


Una alimentación saludable debe incluir fibra y verduras en cada comida del día. Estudios médicos confirman que una correcta aportación de fibra a la alimentación ayuda a mantener la salud de los órganos de nuestro cuerpo, en especial del aparato digestivo y del corazón. Además, la fibra te ayuda a digerir mejor los alimentos y que los nutrientes sean absorbidos con mayor facilidad.


La verdura es tu otra gran aliada para mantenerte sana. Está demostrado que determinados alimentos, como las espinacas o el brócoli aportan altas dosis de vitaminas y nutrientes que ayudarán a mantener tu cuerpo funcionando de manera eficiente. Los frutos secos y las semillas son también de gran ayuda, ricos en proteína que te aportarán la energía que necesitas en tu vida diaria.


Come lo que quieras pero hazlo saludablemente



Si solo tienes tiempo para un sandwich en tu almuerzo, no te prives de él, pero hazlo de manera saludable. Utiliza pan de trigo, preferentemente integral, y utiliza verduras, como la lechuga o el tomate para elaborarlo, además de proteína con escasa grasa, como la del jamón serrano o el york. Tampoco te prives de la pasta, como macarrones o spaguetis, son una excelente fuente de hidratos de carbono, solo que no debes añadirle determinados complementos, como salsas, etc.